Hay momentos en la vida en los cuales no hay una tercera opción. Se requiere fe. Desata la medida de fe que el Señor te ha dado y reprende toda incredulidad.
Mateo 8:10
Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a quienes lo seguían: Les aseguro que no he encontrado en Israel a nadie que tenga tanta fe.
Mateo 8:26
Hombres de poca fe —les contestó—, ¿por qué tienen tanto miedo? Entonces se levantó y reprendió a los vientos y a las olas, y todo quedó completamente tranquilo.
Mateo 9:22
Jesús se dio vuelta, la vio y le dijo: —¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado. Y la mujer quedó sana en aquel momento.
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