lunes, 25 de julio de 2016

Palabra del Día, 25 de julio

El limpiador de tu alma es el PERDÓN.

Debes usarlo todo el tiempo, apenas veas una impureza aplícalo. No te acuestes nunca sin haber pedido perdón y sin haber perdonado. El resultado será:  En paz te acostarás y así mismo dormirás y tu sueño te sustentará.


El hidratante de tu alma es la ORACIÓN, si no oras, tu alma
se reseca. Pero a medida que confías en Dios, el afán y la ansiedad desaparecen, aprendes a reposar y esperar en el Señor.


El Tonificante de tu alma es la ALABANZA y la ADORACIÓN A DIOS.
Cuando alabas y adoras a Dios y vuelves a Él tus pensamientos, cuando te olvidas de ti mismo sin egoísmo en tu corazón, quedas libre para que Dios ponga en ti Su gozo.


El nutriente de tu alma es La PALABRA.
Así como en lo físico no puedes vivir sin alimento, tu alma necesita el alimento de la Palabra de Dios.

Cuando te alimentas con la Palabra de Dios, la debilidad y la confusión desaparecen.

Serás como árbol plantado junto a corriente de aguas.

El protector de tu alma es la  CORAZA DE JUSTICIA.

Con la fe te protegerás de las inclemencias de la vida, mirarás por encima de las circunstancias y pasarás victorioso en medio de las pruebas.

A través de ti Dios moverá montañas y alcanzará naciones.

Si usas a diario estos productos, tu alma se mantendrá limpia y tu corazón será puro.

Te saciarás de bien de modo que te rejuvenezcas como el águila.
La verdadera belleza viene de adentro, de un corazón apacible, lleno de amor, ternura,  comprensión y compasión. 




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